Un panel fotovoltaico aprovecha una fuente de energía casi infinita (el sol). Se puede instalar en el techo, en la fachada de edificios, en el suelo o como marquesina de estacionamiento. Puede conectarse a la red eléctrica pública o formar parte de un sistema autónomo. En España, en 2023, los paneles comerciales están hechos generalmente de silicio (95% del mercado mundial en 2023 [1]). Tienen una eficiencia de alrededor del 22%, con una potencia nominal de 400 W para un área de 1 m x 2 m. 

Un panel fotovoltaico contiene materiales fotosensibles (en su mayoría semiconductores) capaces de utilizar los fotones de la radiación solar para excitar los electrones que alimentan los dispositivos eléctricos. Su eficiencia se define por la relación entre la energía eléctrica producida y la energía solar recibida en forma de luz. Por lo tanto, puede variar según la tecnología utilizada y el estado del panel. La tecnología más utilizada hoy en día es el silicio monocristalino, con eficiencias de hasta el 24% para los módulos que baten récords [2], y al menos del 20% para los módulos comerciales de bajo coste. Sin embargo, hay varios factores que pueden influir en el rendimiento de un panel fotovoltaico, como el nivel de luz solar, el sombreado, la temperatura exterior, la orientación e inclinación del panel, etc. 

Como la energía suministrada por el sol depende, entre otras cosas, de las condiciones meteorológicas y de la posición del sol en el cielo, la potencia suministrada por un panel fotovoltaico no siempre será igual a su potencia nominal (más detalles en la Hoja n°3). Es importante no confundir un panel solar fotovoltaico con un panel solar térmico, que transfiere energía solar a un fluido de transferencia de calor en forma de calor, que luego se puede utilizar para calentar edificios, producir agua caliente sanitaria o en diversos procesos industriales.